POR QUÉ LOS FUTBOLISTAS DEBEN ENTRENAR FUERZA (Y NO SOLO CORRER)
Durante muchos años se ha repetido un mantra dentro del fútbol: “si quieres rendir más, corre más”.
Y sí, correr es importante… pero no es lo que marca la diferencia.
Hoy, el rendimiento real del futbolista no depende de cuánto corre, sino de la fuerza que es capaz de producir en cada acción: acelerar, frenar, girar, chocar, saltar.
La ciencia lleva años diciéndolo, pero ahora, por suerte, el fútbol ya empieza a escucharlo.
1. La fuerza es el motor de todas las acciones del fútbol
Cada movimiento explosivo dentro del campo —un sprint, un cambio de ritmo, un giro rápido, una disputa de balón— es una expresión de fuerza.
Cuanta más fuerza tiene un jugador, más potencia es capaz de transferir al juego.
Un futbolista fuerte:
• acelera antes,
• cambia de dirección con más control,
• aguanta mejor el cuerpo a cuerpo,
• genera más potencia en carrera.
No es casualidad que los jugadores más determinantes no sean los que más kilómetros hacen, sino los que se mueven más rápido y más potente.
2. Entrenar fuerza reduce lesiones (y esto está muy estudiado)
Los datos son contundentes: los programas de fuerza reducen de forma significativa las lesiones musculares y articulares en futbolistas.
¿Por qué?
Porque la fuerza:
• estabiliza rodillas, tobillos y cadera,
• protege a los isquios en sprints,
• soporta mejor los cambios de dirección,
• tolera mejor la carga del entrenamiento y los partidos.
La fuerza no solo mejora el rendimiento… protege tu carrera deportiva.
3. Un jugador fuerte es un jugador más rápido
Este punto siempre sorprende a quien aún piensa que “las pesas te vuelven lento”.
Los estudios muestran justo lo contrario.
La velocidad depende, en gran parte, de la fuerza con la que empujas el suelo.
A mayor fuerza → mayor aceleración.
A mayor aceleración → más ventaja en cada jugada.
La fuerza no compite con la velocidad.
La construye.
4. En niños y jóvenes, la fuerza es clave (y totalmente segura)
Todavía queda el mito de que la fuerza “no es para niños”.
Pero la evidencia es clara: cuando se hace bien, el entrenamiento de fuerza en jóvenes es seguro, recomendable y fundamental.
En etapas formativas, la fuerza:
• mejora la coordinación,
• corrige patrones de movimiento,
• evita lesiones típicas del crecimiento,
• potencia la velocidad y la estabilidad.
Y lo más importante: no afecta al crecimiento.
Ese mito está más que desmontado.
5. No se trata de levantar mucho, sino de mover bien
La fuerza aplicada al fútbol no es culturismo.
Es entrenamiento específico para mejorar acciones reales del juego.
Trabajos habituales en mis sesiones:
• sentadillas, zancadas y empujes para acelerar y cambiar de dirección,
• saltos controlados para mejorar la capacidad de salto,
• trabajo de cadera para proteger rodillas e isquios,
• tracción y empuje para cuerpo a cuerpo,
• trabajo de core para mejorar estabilidad en sprint.
Es fuerza funcional, progresiva y adaptada a la edad y nivel de cada jugador.
6. Cómo lo aplico en AGS Training
Mi estructura de trabajo es clara:
1. Evaluación realista del jugador.
2. Fuerza de base para estabilizar y corregir.
3. Fuerza orientada al fútbol (aceleración, frenada, cambio de dirección).
4. Prevención de lesiones como parte del proceso, no como un extra.
5. Seguimiento continuo para ajustar según partido, carga y momento de la temporada.
No es un método genérico:
es personal, progresivo y basado en evidencia.
Conclusión
El fútbol moderno ya no se gana solo corriendo.
Se gana siendo fuerte, rápido, estable y capaz de repetir esas acciones durante todo el partido.
Correr te hace resistir.
La fuerza te hace destacar.